Siguiendo con el valor de una idea (de plasmarla en realidad), en otro nivel, el mundo ha cambiado de manera violenta y convulsiva, o quizás mi apreciación del mundo ha cambiado de ese modo.
Paréntesis.
No se requiere mucha evidencia o imaginación para constatar que "la burbuja" ha sido mi hábitat natural básicamente toda la vida. Que la manera de salir sea "la culpa" en sus múltiples formas (de clase, de género, etc.)...es un tema en sí mismo. Pero bueno, "cada día menos gil" es la consigna.
Fin paréntesis.
Si anteriormente dije que escribir las ideas podían servir como refugio y apoyo para otras personas, entonces es necesario entender el escenario actual en que nos movemos. En ese sentido, pareciera entonces importante reflexionar un poco sobre los medios donde se despliegan las ideas, su foco y sus alcances. Aunque me pueda referir a "las redes sociales" (redes digitales mejor dicho) en general, me voy a concentrar en Facebook, porque es la red que más conozco, y la que ha sido caldo de cultivo predilecto (¿Junto a Twitter?) para la manipulación y...¿"Fetichización" de la política?.
Podría tratar de tirar un par de ideas sobre tres cosas que me parecen cruciales: el formato, su densidad, y los algoritmos. Las tres cosas tienen que ver cómo nosotros construimos significados a partir de manifestaciones específicas de "información". Y eso lo puedo contrastar con cómo era "compartir con otros" información a través de internet antes.
En primer lugar, el formato específico de Facebook tiene como lógica el estar permanentemente pegado a él, porque no tiene fin y no separa su contenido en páginas. Es la fluidez misma de la información que mientras avanzas, Facebook va cargando más. Antes, en los blog (como este) y en los foros, había un número máximo de contenido que podías ver por página y para seguir viendo había que avanzar manualmente a la página siguiente. Seguramente era por limitaciones tecnológicas y no por una preocupación por el consumo, pero ese mínimo instante de decisión personal estaba ahí presente, y ahora ya no. Uno puede seguir hasta el infinito y la decisión que uno toma es "no seguir".
(Podría verse si hay paralelos con el consumo adictivo).
Además se actualiza en tiempo real, entonces uno vuelve hacia arriba y ya puede haber algo nuevo. Esto no es menor, porque cada usuario y cuenta individual administra su propio contenido (e incluso hay algunas posibilidades de automatización), y eso se va de manera inmediata al pool de contenido que puede ser desplegado en las páginas de inicio de cada cuenta. Otras personas ya tomaron la decisión por uno.
Y por último, ese "fluir" implica que el orden en que te muestra Facebook el contenido ya viene predeterminado, usualmente partiendo desde la base de ir mostrando lo más reciente, e ir afinando la muestra desde ahí a partir de "el algoritmo" (eso más adelante). La jerarquización de lo que uno quiere ir viendo ya no parte de uno.
En segundo lugar, Facebook, a diferencia de las plataformas de antes, se plantea como un espacio denso e integrado de toda la vida social digital de cada usuario. Con mayor o menor grado de contacto con la vida real de la persona, lo importante es que ahora toda la actividad social se puede llevar a cabo e integrar en una sola plataforma. Desde los lugares de comida preferidos, el contacto con familiares y amigos, las posiciones y militancias políticas, la pertenencia a fandoms o adherencia a equipos deportivos, los comentarios ocurrentes, las noticias, todo. Todo puede ser compartido, pero curiosamente no todo es mostrado...por "el algoritmo" nuevamente.
Antes, cuando el contenido estaba disgregado, uno tenía que buscar páginas web, foros, salas de chat específicos para abordar tal o cual tema de interés. Habían plataformas que estaban exclusivamente diseñadas para subir fotos y entregar un enlace para compartirlas (Flickr, Photobucket, etc.), otras que estaban dirigidas a artistas (Deviantart), otras que eran espacios de escritura personal (los blogs), y otros de participación en comunidades con intereses específicos (foros). Hasta donde sé, ninguna de ellas ha desaparecido, y mantienen su nicho, aunque se han esforzado para mantener su presencia en estas nuevas redes sociales (a través de la posibilidad de "compartir" e integrar sus cuentas).
Lo que hacen estas nuevas redes sociales es ofrecer un espacio donde las personas "se pueden mostrar por completo"...por lo menos en la superficie. Una persona que me siguiera en Facebook podría saber que:
- Nací en Estados Unidos, vivo en Santiago, fui a un colegio privado jesuita y estudié Psicología. Además tengo un Magíster en Psicología Educacional.
- Soy un "ñoño" en general, pero específicamente soy aficionado a los videojuegos y al animé, aunque igual muestro curiosidad por otros formas de expresión de "lo ñoño". Una curiosidad media antropológica, como quien trata de entender una cultura tan específica y a la vez tan heterogénea.
- Tengo pareja y una familia extensa.
- Mi humor no siempre resulta.
- He manifestado en repetidas ocasiones rechazo explícito hacia las ideologías y pensamientos que buscan justificar la opresión, represión, maltrato, ocultamiento y marginalización hacia individuos y grupos sociales que han sufrido esa clase de apremios por salirse de "la norma", o simplemente por ser "una incomodidad marginal" del statu quo. Con esto hablo del capitalismo salvaje y neoliberal que instrumentaliza a la población trabajadora y trata de ignorar la pobreza y miseria que genera; hablo del conservadurismo tóxico homofóbico, transfóbico hipócrita que ve amenazas a sus formas de vida (que extienden de manera insólita a "la sociedad") sólo por sostenerse en una superioridad moral podrida; hablo del patriarcado que minimiza, violenta, subordina y anula a las mujeres como sujetas políticas, al mismo tiempo que deja recaer todo el trabajo de sostén de la sociedad sobre ellas; hablo del adultocentrismo que ignora de manera condescendiente las experiencias y saberes que construyen niñxs y jóvenes; hablo del occidentalismo que considera inferiores y peligrosos para "el orden social" la existencia rebelde y autónoma de los pueblos originarios y su cultura encarnada en prácticas sociales concretas (no solo como "patrimonio" expresado en láminas del Icarito).
- Mi certeza en las formas de apoyar es más incierto y ambivalente. Vacilo entre manifiestos que escribo con convencimiento y seguridad, análisis intermedios donde me enfoco más en la manera en que se están hablando las cosas. y quedarme en absoluto silencio.
Y más. Eso recién es una cantidad increíblemente densa de información acerca de mí que salta de un lado a otro, y eso es solo el contenido que produzco directamente yo. A eso también habría que sumarle contenido que comparto de otras personas/páginas o con lo que interactúo a través de "reacciones". Eso con toda seguridad permitiría que las personas pudiesen saber cosas sobre mí que hago y me interesan, pero hay una distancia entre eso y entre "conocerme".
Como esto no es un capítulo de Black Mirror, no me voy poner a escribir sobre qué tan cercanas son las representaciones de nosotros que presentamos en internet respecto a la "vida real", o si a estas alturas ya generamos subjetividades en paralelo. Porque ahí sí que me voy por las ramas.
Multipliquemos esa incerteza por cada usuario y página con que tenemos contacto, y las múltiples relaciones entre nosotros y entre el resto, y podríamos encontrarnos con que, pese a que tenemos a disposición inmediata un tropel virtualmente interminable de información, datos y retazos de nosotros y el mundo; precisamente esa avalancha nos impide hacernos una idea clara de exactamente con qué nos estamos relacionando.
Es decir, se vuelve más difícil construir significados y darle sentido a lo que nos enfrentamos (incluídos nuestro propio ser virtual). Describir una red social de este modo es describir una suerte de terror cósmico que supera nuestras capacidades humanas. Con la ironía adicional que es algo que como humanidad creamos para darle un orden más comprensible a nuestra propia vida social (ni siquiera a "la realidad" o como tal).
No parece muy atractivo como enganche publicitario, y de manera conveniente dejé el mediador más importante que nos ha ido guiando de la manito desde esta serie de cambios violentos: la tecnología computacional y de telecomunicaciones en general, y "el algoritmo" en particular.
"El algoritmo" en realidad no es uno solo, deben ser cientos de algoritmos diferentes, y no pretendo desmenuzar exactamente sus orígenes o mecanismos, pero sí voy a referirme a su función: son los nuevos editores que organizan el contenido para que sea de más facil digestión, tanto en cómo se construye el formato, cómo y cuándo se nos presenta; como para que sea más comprensible a nuestros modos de ser y estar.
Y la manera en que decide presentar esa información, es a través de nuestra propia actividad en internet. Tanto las cosas a las que adherimos en una toma de decisión explícita (agregar a ciertas personas o páginas), pero especialmente a través de la búsqueda de patrones de comportamiento que emergen de la acumulación de millones de datos sobre aspectos más sutiles de nuestra actividad en internet. Compartir de manera recurrente contenidos de cierto tipo de páginas, visitar determinados sitios web, las "reacciones", mensajes, comentarios, etc. Toda la descripción que anteriormente hice de mí, de seguro la tiene operacionalizada Facebook de algún modo u otro. Y debe manejar otra clase de datos sobre mí que hasta yo podría desconocer.
Los algoritmos, aparentemente, parten de una premisa muy sencilla: son sistemas que nos permiten decidir cómo usar tal o cual servicio. De paso, son parte del modelo de negocios de servicios que requieren de nuestro input: Facebook, Spotify, Netflix, Youtube; y que sirvan bien permite que sigamos fieles a esos servicios y pasemos más tiempo usándolos. Que se vuelvan parte de nuestra vida cotidiana y, en algún momento, imprescindible ("engagement"). No olvidemos que Netflix y Spotify entraron en la canasta para calcular el IPC.
Con el escándalo de Cambridge Analytica, el auge de las noticias falsas, y la interferencia Rusa en las elecciones de Estados Unidos. Facebook cambió su algoritmo para privilegiar las interacciones que dieran cuenta de "interacciones sociales significativas". ¿Qué significa eso? Aparentemente significa el tipo de contenido que proviene en realidad de amigos y familiares, por sobre lo que provenga de empresas, otros medios de comunicación y otras organizaciones (el "contenido público")
Esto lo define el algoritmo a través de 4 elementos: el inventario (el contenido total que existe en Facebook), las señales (un listado de criterios que Facebook usa para determinar la relevancia de cada pieza de contenido para cada usuario), la predicción (Facebook se basa en el perfil y comportamiento de cada usuario para predecir cómo interactuaremos frente a un contenido, y el puntaje (que determina la probabilidad de que el contenido aparezca en el inicio y su posición).
¿Y qué significa esto? Bueno, las empresas y los productores de contenido que no son personas (fanpages, medios de noticias) se están preocupando de lo suyo, y con los influencers y todo eso. ¿Pero qué significa para las personas -como yo- que por algún extraño motivo tratan de, a veces, promover discusiones o posiciones políticas, opiniones, posturas?
Los medios tradicionales de comunicación tienen un sesgo inherentemente político. No necesariamente partidista o siguiendo una ideología específica de manera explícita, pero sí porque existen comités editoriales que deciden qué contenido es relevante, cómo se debe presentar, cuándo se debe mostrar y desde qué ángulo; y cuándo no. Son políticos porque implica el simple hecho de llevar a cabo de manera cotidiana tomas de decisiones que determinan qué contenido va a circular en el espacio social mayor. Por algo se les puede llegar a considerar un "cuarto poder del Estado" al tener una capacidad tremenda para encuadrar ciertos temas políticos, y de frentón bogar por opciones políticas específicas.
Las razones detrás de esas tomas de decisiones son un tema completo aparte (¿Porque genera visitas e ingreso? ¿Por morbo? ¿Por que es relevante y para quién?).
En espacios altamente ideologizados a partir de una concentración de poder grosera, parece perfectamente comprensible que los grupos sociales al margen de ese orden social establecido desconfiaran de estos medios de comunicación tradicionales; pues el rol de estos medios sería simplemente seguir sosteniendo al Estado y a la sociedad que construyó. Solo basta con hacer memoria de "la Primavera Árabe" donde muchos de los grupos disidentes simplemente dejaron de hacer circular sus noticias por los medios tradicionales y aprovecharon internet. También podemos hablar de las complicadas políticas de China respecto al acceso a internet y a redes sociales. Podemos hablar también de la existencia de la deep web como manera de sortear esas restricciones, y como si no fuera evidente podemos también hablar de Chile en básicamente todos los conflictos sociales latentes (y en pugnas y pleitos individuales).
Inicialmente estas redes sociales se plantearon como una alternativa realmente libre de discusión, opuesto a los medios tradicionales con un Comité Editorial. Era incluso un asunto de democracia: ¿Hasta cuándo íbamos a aceptar que un grupo extremadamente reducido de personas decidieran qué era importante de saber, y cómo debía categorizarse, fragmentarse, ponderar y mostrar aquello que se mostraba? No más mentiras del Gobierno, no más distorsiones de la verdad, no más periodistas haciendo notas sobre temas que no tienen ningún interés en entender (¿Aló reportajes de videojuegos?). Especialmente, se abrió una oportunidad antes impensada de que, no sólo podríamos compartir nuestros puntos de vista con familiares y amigos, sino también con otras personas en grupos específicos, incluso con una nebulosa cuasi-anónima.
Por lo menos desde la Dictadura y hasta hoy, Chile siempre ha tenido problemas realmente serios para abordar socialmente de manera comprensiva y exhaustiva los múltiples conflictos sociales que son muestra de fallas serias de su modelo de sociedad. Suena ridículo, pero los conflictos sociales siempre han tendido a "resolverse" (apaciguarse) de manera individual, o local, reducida, inmediata. Y por mucho tiempo se consideró incuestionable que así tenía que ser.
Internet, con la masividad que permite ver lo extendido de estos "problemas particulares", en realidad parece la forma ideal de sacarlo a la luz. Total, el contenido es libre.
Excepto que no. Es raro que, como personas más o menos críticas de "la realidad social" y sus formas discursivas, ahora tengamos que estar conscientes de que hoy en día toda interacción virtual está mediada por un conjunto de algoritmos que ponderan, parcelan, categorizan y fragmentan la "información" según nuestro comportamiento virtual histórico (input); para que nos presente un cierto contenido (output) y nosotros derivemos significados de ello y le demos sentido a nuestra experiencia virtual.
Porque con todo el mérito que pueda tener la tecnología computacional, todo lo que podamos compartir y considerar importante, precioso, repugnante o incomprensible; para los sistemas computacionales de las redes sociales es, simplemente, "información" o "datos". Y con todo el mérito que puedan tener los sistemas de modelamiento matemático que permiten hacer una aproximación a lo que podríamos cualificar desde nuestra subjetividad humana, simplemente no es lo mismo. Porque ese proceso en realidad se hace fuera de nosotros y se nos presenta ya hecho, para que nosotros digamos "sí, claro".
Volviendo a lo anterior, ya ni siquiera decidimos qué cosas son realmente "interacciones sociales significativas". Facebook ya decidió que son las cosas de nuestros amigos y familiares, porque Zuckerberg sostiene que el objetivo inicial era "conectar personas". El punto central es que, al ser nosotros creadores de contenido, sostenemos también económicamente la plataforma. Pero no somos dueños de ella, no decidimos cómo funciona, ni qué es lo "relevante" de mostrar.
Y lo realmente problemático, es que no se demoraron nada en transformarlo como un arma política. El escándalo de Cambridge Analytica, el auge de la posverdad y fake news (y ahora deep fakes), el auge de los bots en redes sociales y de las cadenas de Whatsapp básicamente nos enrostró en la cara una sola cosa: lo fácilmente manipulables que somos como sujetos políticos, y lo fácil que resulta desarticularnos como grupo, porque simplemente la grupalidad colaborativa no es un valor político sostenible hoy en día, sino las alianzas interesadas y circunstanciales.
Se podría decir que, si a través de nuestro comportamiento Facebook aprende qué es lo relevante para cada usuario, entonces es al revés. Nosotros decidimos cómo funciona. Pero eso no es realmente decidir, ¿O sí?
Así como ya no es una certeza total de que "ver las noticias" es estar realmente informado y de manera imparcial, ahora tendríamos que ser un poco más cautelosos respecto a nosotros mismos como editores de contenido (mediado a través de los algoritmos que recopilan datos). Antes estaba el error o sesgo humano de las posiciones editoriales, pero que ese sesgo o error ahora sea calculado por sistemas computacionales -a partir de nuestro comportamiento- con creciente precisión es inédito.
Más que "las burbujas", ahora parece que es más importante preocuparse por las "cámaras de eco" de internet. El simplemente "vivir tu vida" con la posibilidad de mantenerte completamente ignorante de una realidad que no es la tuya (la burbuja), se ha reemplazado porque además tiene que ser aglomerada por gente igual, celebrada, vociferada y puesta en la palestra pública. La "cámara de eco" no es que solamente exacerbe posiciones (con o sin falsedades o tergiversaciones), sino que también hace que esas posiciones se transformen en temas de discusión pública. Como cuando algun trending topic de Twitter se transforma en noticia.
Pero eso, ¿Igual podría ser beneficioso en algún grado, cierto? Después de todo, permite generar una plataforma para otro tipo de preocupaciones. Porque eso hay que asumirlo: más allá de los algoritmos, de los contenidos que vemos, las cámaras de eco; las redes sociales han pasado a ser, para bien o para mal, una herramienta política. Los asesores de campañas políticas lo saben, los grupos de ultraderecha lo saben, nosotros lo sabemos.
¿Cómo podemos hacer que valga la pena? ¿Cuál es el valor de una idea en este contexto, donde un algoritmo puede decidir que nuestras ideas son "contenido", y que como contenido adquieren valor si están junto a otro contenido lo más parecido posible? ¿Cuál es la gracia de darse el trabajo de desarrollar una idea desde distintas perspectivas, si en realidad lo que se busca es una "reacción"?
Después de todo, una mirada -superficial, anecdótica y completamente refutable- de cualquier cosa que pasa en internet, me dice que tiene más alcance y repercusión el contenido corto y discreto, ojalá contenido en una imagen, meme o tweet; que el desarrollo exhaustivo y moderadamente riguroso de una sola idea a la vez.
Y en realidad...es comprensible. Primero, las redes sociales en sí están diseñadas para que sea mucho más fácil compartir contenido que desarrollar ideas. No es por decir que no pase, después de todo yo personalmente he aprendido y discutido cosas muy interesantes en estos años (partiendo por el feminismo); pero definitivamente mi experiencia dice que se promueve el seguir fortaleciendo la cámara de eco y el acoso, más que utilizar las plataformas como una herramienta donde se puedan desarrollar de manera ampliada ciertas discusiones importantes.
En segundo lugar, ¿Se han fijado en la cantidad de crisis sociales y civilizatorias que estamos viviendo? Y todas demandan nuestra atención y acción urgente. Mejor masificar la preocupación y una selección de propuestas que sentarse a pensar y reflexionar. Y eso lo entiendo, pero quizás no nos ayuda a generar algún tipo de organización o tejido social que haga el cambio político realmente sostenible.
Y es raro llegar a este punto de la reactividad. Si después de todo, todos los avances culturales, tecnológicos y sociales de la humanidad partieron porque, en algún momento, los seres humanos se detuvieron, y contemplaron la naturaleza y a sí mismos; en vez de andar de nómades persiguiendo la comida. Y así fue como partió todo.
¿Cuál es el valor de una idea?