sábado, 6 de julio de 2019

¿Cuál es el valor de una idea? [Parte 1]

El título es una pregunta que aglomera las dudas que he tenido desde hace un tiempo. Dudas que tienen que ver con la posición que ocupo en un nuevo escenario de las relaciones sociales y humanas desde...bueno desde que comenzó este blog. Muchas cosas han pasado y he hecho en mi vida -espero que para bien-, y el mundo en sí ha cambiado de manera violenta y casi convulsiva.

Mis círculos sociales han crecido, se han multiplicado y se han diversificado. Y con el tiempo algunos se han mantenido, otros se han fortalecido y otros se han atrofiado. Siento que he perdido algunas de esas relaciones muy a mí pesar, pues las vivo como un golpe doble: que son personas que admiro y contemplo con cariño, y como testimonio de que aún persisten esas "fallas de mi ser" que me devuelven a la época en donde estaba convencido de que no valía la pena relacionarse conmigo.

Hay pocos indicios reales que sostienen la afirmación anterior, así que se sostiene como un fantasma que aparece de vez en cuando, y que tengo que ignorarlo pues me encierra en mí mismo y, por consiguiente, me aísla de la realidad y de las relaciones que he construido con el tiempo. Al mismo tiempo, me aísla de mi propia historia, porque es un tipo de ansiedad que transforma todo tiempo en tiempo presente, estático, inescapable.

Después de todo, ¿Cierto que ese tipo de sufrimiento es de masoquismo egoísta? Representa una cierta omnipotencia aplastante, una ganancia secundaria que justifica el siempre mirarse a sí mismo.

Ahora me considero un poco más sabio, o por lo menos más despierto. O por lo menos creo que tengo más momentos así, y haciendo memoria me acordé de este blog como el lugar donde comenzó todo mi afán por desarrollar ideas y plasmarlas en palabras, oraciones, párrafos. Blog que cumplió la doble función de ayudarme a ordenar las ideas (por torpes, vergonzosas y cuestionables que me puedan parecer ahora), y como manera de evitar el encerrarme dentro de mí mismo.

Me pareció que para escapar de la inercia que me tragaba, tendría que volver a la raíz. Después de todo, en realidad ahora no estoy escribiendo de manera tan diferente como lo hacía antes.

Uf, duele un poco llegar a esa conclusión.

Y resulta complejo: es raro estar solo con mis ideas nuevamente, pero habiendo tenido la experiencia de haber compartido tantas de ellas de manera pública. Es raro pensar que podrían haber moldeado mis relaciones con otras personas. Mirando hacia atrás, tengo la sospecha que mis declaraciones enérgicas pasaron a herir a ciertas personas, porque con qué cara hablo; también tengo la sospecha de que tratar de ser más humilde (traducción: autodespreciativo) haya herido a personas que de hecho me creían y confiaban en mí. Es raro pensar en que mis ideas hayan causado daño directo o colateral.

Y duele igual, porque quizás más que cualquier otra cosa, yo siempre me esforzado para que mis ideas sean auténticamente algo mío.

No obstante, por lo mismo vale la pena escribir. El sencillo acto de escribir es un trabajo que me permitiría ir siendo cada día un poco menos gil, un poco más abierto, un poco más cálido. De ir siendo el tipo de persona que puede cuidar y acompañar a otras cuando necesiten algo de cuidado y compañía, por lo menos al leer mis palabras. Porque lo cierto es que si no aprendo a ser una persona así, difícilmente sabré dejarme cuidar y acompañar cuando lo necesite.

Después de todo, me parece que escribir es inherentemente un acto de comunicación con el exterior y con lo material: con la tinta o grafito sobre papel, con dedos sobre las teclas y la pantalla, con la atención y el cuerpo. Eso también me pone en un cierto momento vital, en un cierto momento histórico, y ahí las posibilidades de acción, de escape y liberación se despliegan frente a mí.

En resumen, quizás una idea tiene valor porque articula la subjetividad con una realidad social dada, y desde ahí se pueden intuir posibilidades de acción. Al salir de mí y depositarse como parte de esa sociedad, quizás mis palabras puedan dar algo de aliento a otras personas que puedan necesitarlo, y quizás el escribir lleve a imaginar otras acciones y mundos posibles.

No hay comentarios: