Todavía recuerdo el primer día que me dijiste lo que te escuché, dijiste: “Me das vergüenza, Hururo”. Fue hace treinta y dos años, lo recuerdo bien, tú no me ibas a dejar olvidarlo, y me demostraste todos los días que era un fracaso. Tú, Pedro Fuentes, me insultas a mí, tu hijo, tu único hijo, el único que te queda por lo menos. Soy el único ser que te soporta después de la mamá, que se murió de infeliz por tu culpa. Lo único que haces es salir a caminar por la vieja línea del tren, cantando “Volver” de Gardel.
¿Cómo iba la canción? Se me olvidó, no puedo pensar claramente ahora y es por eso que mejor termino rápido…siento que nunca te hayas enorgullecido de mí, el que se disfraza de dinosaurio en el Unimarc cerca de mi casa, el que si gasta un peso más le quitan todo, la casa, mis gatos, todo. Lo siento mucho, siento no haber sido como mi hermana, que nunca conocí, siento mucho que nunca te haya hecho feliz. Aunque no es mí culpa, tu nunca quisiste ser feliz, no después de la muerte de mi hermana o del cierre de la estación de trenes, poco podía hacer yo con tal determinación de no volver a ser feliz. Me disculpo por ser obeso. Siento mucho el haber sido tu hijo. Gracias por el revólver.
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